jueves, 30 de enero de 2014

Involucrar Inspirando

Si hiciéramos la pregunta ¿te gustaría cambiar el mundo? ¿qué porcentaje de las personas crees que dirían que si? yo pienso que muchas... sin embargo, si preguntamos ¿por qué no comienzas ahora? en seguida aparecerían nuestras típicas explicaciones tranquilizadoras, tales como... es algo imposible, quien soy yo para..., cada uno a lo suyo, no tengo tiempo, etc.

Me pregunto, ¿qué cosa diferente hacían aquellas personas que pudieron aunar voluntades para un propósito común?¿cómo lograron cambiar las cosas? Varios autores definen los sistemas como "elementos que interactúan entre sí para lograr un propósito común". Si las organizaciones son sistemas, podríamos decir, en una aproximación muy simple, que las organizaciones son personas que interactúan entre sí para lograr un propósito común, ¿cuál será ese propósito que mantiene este sistema?

Para algunas empresas, esto se responde sólo con la transacción económica, tal como decía el Señor Zañartu en "La Oficina" del Jappening con já "Trabajen!! para eso les pago!!!". ¿Será suficiente con el sueldo para que las personas entreguen su talento? pienso que no, y si fuera así, si el único fin de una persona en su trabajo es el sueldo, ya sea porque lo ha aprendido o porque está en una situación apremiante, seguramente esas personas se cambiarían de trabajo a la primera oferta de un mejor sueldo o de mejores condiciones, lo cual representa un riesgo para las organizaciones. Si una empresa ve a sus trabajadores como un "eso" que trabaja de 9 a 6, los trabajadores también seguirán la misma dinámica, viendo a su empresa como un "ese lugar" en donde voy de 9 a 6 para que me paguen a fin de mes, sin involucrarse más allá, sin tener un vínculo con la empresa más allá del transaccional. ¿Qué posibilidades quedan de hacer algo diferente de esta manera?¿cómo cambio el mundo parado en este lugar?

¿Cómo lo hacían entonces aquellos líderes que llevaban a las personas a hacer cosas extraordinarias por una causa? tomemos un ejemplo conocido... William Wallace en su discurso en el campo de batalla, donde decía: "Luchad y puede que muráis. Huid y viviréis. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy, por una oportunidad, solo una oportunidad de volver aquí? Pueden que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán ¡¡la libertad!!" ¿Habrían luchado esas personas por un buen sueldo? lo dudo... ¿qué era lo que se ofrecía entonces en esta empresa? Libertad!". Libertad no para los que estaban luchando, para ellos seguramente vendría la muerte, pero sí libertad para la familia, para los que vienen, y eso conecta a las personas con lo importante, con lo trascendente.


¿De qué manera mi trabajo contribuye al bienestar mío y de otros? 

¿Qué sentido tiene mi trabajo fuera del sueldo?

¿En qué se parece esto a las organizaciones actuales? creo que para lograr resultados sobresalientes, las organizaciones necesitan conectar a las personas con lo bueno del resultado de lo que hacen, con las necesidades que estamos solucionando, ya sea haciendo una planilla, procesando facturas o liderando una gran organización. ¿Cómo hacemos para que en nuestra organización exista este tipo de relato épico? Ejemplos hay muchos, y tiene que ver con el propósito trascendente, con cómo nos explicamos nuestro impacto en el entorno, con el sueño, con lo que estamos solucionando. "Necesito motivar a mi equipo" dicen varios, pero a veces no tenemos una oferta para el alma de las personas, una oferta en donde conectemos el trabajo con algo bueno, con algo trascendente que nos inspire y motive. Para ello, son necesarios líderes íntegros, que crean en lo que hacen, para qué lo hacen y en cómo hacen lo que hacen

Tomemos a CocaCola como ejemplo, una compañía muy exitosa. Personalmente no la consumo, de hecho, creo que hace mal para la salud, pero tengo que admitir que han sobrevivido exitosamente en el tiempo, y me pregunto ¿cómo hacen para atraer a personas que quieran trabajar con ellos?¿qué ofrecen?, ya que además de los buenos sueldos, debe haber algo ahí para aprender. El discurso de CocaCola es que ellos venden felicidad, no venden ni la fórmula ni la bebida, sino que sostienen que cuando consumes CocaCola, destapas felicidad. ¿Cuestionable? sin duda, pero seguramente dentro de la empresa se vivirá de la misma manera, ¿qué objetivo más noble que trabajar para entregar felicidad a otros?¿hace sentido?

Ejemplos hay en todas partes, y siempre tienen que ver con la necesidad que se está supliendo, con alguien que se beneficia o se ve afectado con nuestro trabajo, ya sea un cliente interno, un consumidor, un miembro de la sociedad, el medio ambiente la dirección o los accionistas. Algunas preguntas que nos podemos hacer son:

¿Cómo estamos involucrando a los trabajadores en "el sueño" de la organización?

¿Cuáles son las reales necesidades que estamos supliendo? 

¿Quién se vería afectado si dejo de hacer mi trabajo? 

 ¿Cómo haces sentido para otros que trabajan contigo? 

A lo mejor hay algo para mirar ahí si estas preguntas resuenan. Varias veces he escuchado la falta de herramientas para motivar a las personas y el juicio de que las personas son flojas o desmotivadas o "sacadoras de vuelta", lo cual para mí, es una "victimización" de los managers. Si queremos organizaciones alineadas, debemos compartir el sueño, inspirar y obviamente pagar justamente. Si crees que las personas de tu equipo no están comprometidas con el trabajo, o con los resultados, me preguntaría, ¿Qué es aquello que estás ofreciendo?¿Cuál es el sueño que ayudas a cumplir?¿Cómo lo comunicas?¿Qué es lo importante y lo que mueve a las personas? 

Simon Sinek, en su charla TED sobre cómo llevan los grandes líderes las iniciativas a la acción sostiene que "Las personas no compran lo que vendes, las personas compran lo que crees".  Cada vez es más importante el "para qué" de las cosas que hacemos, a qué contribuyo, qué sentido tiene hacer lo que hago.

Creo que para hacer sentido en otros, necesitamos hacer sentido primero en cada uno, ojalá con algo grande, ojalá con un relato épico, ya que todos y cada uno de nosotros podemos hacer la diferencia necesaria para ser sostenibles junto a otros en los desafíos que presenta la vida. No será fácil, pero como dijo Lao Tze en el Tao Te King, todo gran árbol parte de una pequeña semilla y un viaje de 1000 leguas parte con un paso fuera del umbral.

lunes, 13 de enero de 2014

¿Camino al Éxito?

En el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol, hay una parte en que Alicia pide ayuda al Gato de Chesire (el de la Sonrisa) para saber qué dirección debía tomar, ella quería estar segura de cuál era el camino correcto que debía transitar. El gato le responde a Alicia que eso depende de donde quiera ir, Alicia contesta que no está muy segura de donde quiere ir. El Gato sabiamente concluye que entonces, no tiene importancia la dirección que tome.

Cuando no tenemos una visión de la persona que queremos ser, de la organización que queremos ser o de el mundo que queremos habitar, cualquier camino que tomemos es el correcto y a la vez, todos son equivocados, ya que todos llegan a algún lugar, pero jamás será el que queremos si no sabemos donde queremos llegar.

Culturalmente, hemos aprendido que la vida es algo que pareciera ser lineal, un camino que parte cuando nacemos y termina cuando morimos, eso nos da con suerte unos 80 años de camino. ¿Cómo podremos entonces estar seguros de que el camino que estamos recorriendo actualmente, es el camino correcto si no tenemos clara una visión de donde queremos llegar, o de quien queremos ser? ¿qué sentido tiene? el camino sigue avanzando y el reloj sigue contando... tic tac tic tac… En ocasiones, las personas caminamos la vida siendo quien nos dijeron que debíamos ser, creyendo que eso nos traerá felicidad, caminamos en la transparencia, sin querer preguntarnos algo que nos haga mirarnos interiormente, y contentos con esa ceguera, evadimos, ignorando que esa actitud es fuente de sufrimiento. A mi parecer, la visión de camino tiene que ver  algo que está dentro de nosotros y no algo que nos explicaron que debíamos recorrer, al parecer, la visión de nosotros mismos, tiene que ver con el sentido, con el corazón, como dice Carlos Castañeda en su libro "Las Enseñanzas de Don Juan" "¿Tiene corazón este camino?. Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita". 

He tenido la fortuna de acompañar como coach a ejecutivos que están haciéndose la misma pregunta que Alicia, personas que declaran no saber qué camino recorrer, a quienes les contaron un concepto del éxito, que no responde a la promesa, que no llena el alma, que no hace feliz. Y esto no sólo se da a nivel de las personas, sino que resuena en los equipos y en las empresa. Todos los gerentes saben que tener una visión compartida es importantísimo para generar valor, para alinear voluntades, pero al parecer, en muchas organizaciones los espacios para generar, comunicar, cuidar y vivir esta visión no hacen reflejo de lo importante que es. Al parecer está costando conectarse con una visión que inspire a las personas a dar lo mejor de sí, a generar valor para otros, a sentirse parte de un sueño, de un proyecto que los ayude a trascender en su vida, a recorrer un camino lleno de sentido. Varias empresas están centradas sólo en la conversación de generar utilidades y crecer. Yo me pregunto, ¿qué tipo de visión es esa?, ¿a quién le hará sentido entregarse por completo, aportar con su talento, tiempo y cariño para que otro, que ya tiene suficiente, tenga más?. Es cierto que a cambio del trabajo hay una transacción económica que sostiene un estilo de vida, pero sin miedo a equivocarme, creo que la visión netamente económica es absolutamente insuficiente. Entonces, ¿cuál es la fuerza que mueve a las personas a seguir haciendo lo que hacen de la misma manera?

Creo que hay varias fuerzas que nos impulsan a seguir caminando, a ir definiendo cómo será el próximo paso, en esta columna me voy a centrar en dos que veo fundamentales, como son el miedo a la muerte y la voluntad para trascender.

El miedo a morir es un motor que impulsa muchas de nuestras decisiones, y que también a veces nos impulsa a conservar lo que hay y permanecer donde estamos. Intentaremos que tanto nosotros como nuestras creaciones permanezcan con vida.
¿Cómo se transita el camino desde el miedo? El miedo es la emoción que aparece cuando creemos que vamos a perder algo, que hay algo importante que está en riesgo. El miedo nos mueve corporalmente, nos pone rígidos, atentos, abrimos los ojos, es la energía que nos prepara para protegernos. Esta es una respuesta natural del cuerpo para proteger la vida. El miedo nos ha permitido permanecer como especie, nos ha permitido sobrevivir, nos cuida. Si esta es la manera en que opera el miedo, entonces ¿qué será lo importante que está en riesgo cuando no nos atrevemos a transformarnos en la persona que queremos ser?¿Qué será lo que cuidamos cuando no queremos/atrevemos a cambiar? ¿será que se hace presente el miedo a la muerte? pero no a la muerte de nosotros como seres vivos, sino un miedo a la muerte de la persona que creemos ser.

Desde nuestro nacimiento, nos identifican con un nombre y comenzamos a creer que somos ese personaje, a medida que vamos creciendo, vamos pasando por diferentes etapas, por ejemplo, mi hija de 3 años, Helena, a quien a veces le digo "Chica", me corrige continuamente "yo no soy Chica, yo soy Helena González Echeverría", cuando hace esto, me parece que ella busca su personalidad, su individualidad, su identidad, está en proceso una etapa egocéntrica de la niñez.

El personaje necesita un sentido de pertenencia, de entenderse como parte de algo, y así es como viene un etapa etnocéntrica, que es cuando la persona se entiende como parte de una tribu, en el caso de mi hija, ella me dice "somos una gran familia!" y nombra a los integrantes, y así, todos nos entendemos como parte de algún grupo, Chilenos, de provincia, de un cierto color político, de una religión, etc, para entender quienes somos "nosotros", y quienes son "ellos". Buscamos puntos comunes, conocidos, que nos hagan sentir seguros. A medida que la persona avanza en el camino de la vida, adhiere a otros personajes, el ingeniero, el futbolista, el doctor y creemos que por haber recibido conocimientos técnicos, somos eso Otros personajes que aparecen, provienen de la infancia, cuando a muchos los criticaron o alabaron cuando niños y crecemos creyendo que somos "el flojo", "el inteligente", "el desordenado", "el alegre" u otro adjetivo, y entendemos como nuestro ser, como una característica inmutable que nos define. De esta forma, vamos construyendo al personaje, intentamos alinearlo con persona que nos dijeron que teníamos que ser para alcanzar al éxito, para ser suficientes, para poder justificarnos en el mundo, lo cual nos sirve para algunas cosas y no nos permite otras.

Cuando nos hablaron del éxito, a muchos nos inculcaron ciertos requisitos, entonces, como supuestamente, esa es la visión que representa la mejor versión de uno mismo, comenzamos a recorrer el camino con ese foco, buscando ser el personaje que nos dibujaron aquellos que validamos como figuras de autoridad y de quienes buscábamos cariño, especialmente de los padres y profesores. Hoy, varios se encuentran con un personaje "exitoso" que los tiene cautivos, que no les permite ser de otra forma, que les obliga a comportarse, a ser político, a "hablar en serio", etc. ¿Será eso el éxito? ¿este personaje está al servicio de mi vida o mi vida está al servicio de este personaje?¿Qué pasaría si desenmascaramos a ese personaje?¿Qué pasaría si lo miramos con compasión y humor? ¿Cómo tendríamos que redefinir el éxito?

Otra fuerza movilizadora además del miedo a morir, es la voluntad de trascender, es decir, que al final de nuestros días, el camino que recorrimos en la vida tenga un sentido, que nuestro paso por el mundo no fue en vano, sino que generó algo que trasciende al propio ser. Muchos estarán conformes con trascender teniendo hijos y traspasando sus genes, otros trascenderán con sus proyectos, otros sirviendo a alguna causa, algunos se conformarán dejando seguridad económica o estudios para sus familias.

Para mí el éxito y la trascendencia en la vida está muy ligado con la felicidad, ¿Cómo puede una persona considerarse exitosa, si no
es feliz? y eso llevará a otra pregunta… entonces, ¿qué me hace feliz?. Personalmente, he encontrado que en este momento del camino, me hace feliz aprender y mi forma de trascender, es estar al servicio del aprendizaje de otros, me hace feliz amar y sentirme amado, la felicidad de tener una vida plena, y la trascendencia en ello es ser instrumento para que otros la tengan, tiene que ver con atreverse e invitar la confianza en otros, y hacer esto con una expresión creativa.

Creo que la visión de la mejor versión de uno mismo, tiene que ver con estar presentes y escuchar el interior en silencio y redescubrir qué es lo que nos hace felices, y luego comenzar a hacerse preguntas como, ¿Qué es lo que debo aprender para dar un paso y acercarme a esa visión de vida? ¿Cuáles son las influencias que quiero en mi vida para iluminar mi camino? ¿Cuales son las conversaciones que me acercarán? ¿Qué debo soltar? ¿Qué prácticas debo incorporar?¿Cuál es ese personaje que me tiene secuestrado? ¿Cómo me adapto, y abro para dar posibilidad a que venga lo nuevo? Considerando que pasamos la mayor parte del tiempo en el trabajo, ¿qué es lo que me hace sentido en términos de mi quehacer laboral? ¿estoy generando felicidad para otros a mi alrededor? la forma en que hago lo que hago ¿me acerca a mi visión de felicidad?. No se trata de abandonar todo lo construido, ni de negar a la persona que hemos venido siendo, eso sería ponernos en una situación que nos hará sufrir, se trata de adaptarnos, de poner el foco de nuestro quehacer en generar valor para nosotros y para otros, se trata de vivir en plenitud, en confianza, junto con otros, al servicio de algo más grande que nosotros, para trascender. Esto lo podemos hacer en una oficina, en la calle o en cualquier lugar, todos somos capaces de hacerlo, sólo es una elección de cómo recorrer qué camino.

Extrañamente, al aferrarnos al personaje que nos da la ilusión de seguridad, no nos adaptamos al cambio constante, y eso si que representa un riesgo, tal como Darwin dijo "el factor más importante para la sobrevivencia no es la inteligencia ni la fortaleza, sino la adaptabilidad". Si no nos hacemos responsables de nuestras propias vidas, nuestro destino estará en manos de otros. Para mí, ese es el gran desafío que permitirá vivir una vida diferente, y es también el gran desafío de los líderes en las organizaciones. Para que una organización sobreviva en el tiempo, será fundamental mirarse, hacerse responsable y aprender a innovar para esta nueva etapa de la evolución de la consciencia, más holística, más "todos nosotros" en donde debemos buscar la forma de alinear la visión individual con la organizacional para que las personas generen valor para la empresa y para sí mismas, y a la vez sean felices transitando el camino que están recorriendo.

Conceptos como el servicio, la colaboración, el aprendizaje, el agradecimiento, el desafío, el sentido, el amor, el cuidado, la escucha ya se están instalando en la narrativa organizacional de varias empresas, eso existe hoy y cada vez irá creciendo. Viene una generación que piensa diferente, se acerca un tren a toda marcha, y aquellos que sepan subirse, recorrerán este camino con sentido, con una visión clara de futuro, por otro lado, los que se paralicen con el miedo, y no quieran soltar al personaje que han creado, y se nieguen a ver y participar del cambio, estarán muy bien equipados para una forma de hacer empresa y de habitar el mundo que sirvió y se hizo cargo de los desafíos que presento en su momento la vida, pero que hoy es insuficiente y está en vías de extinción.

¿Y tú? ¿Qué camino quieres tomar? ¿Quién eliges ser? ¿Te estás escuchando?

jueves, 2 de enero de 2014

Soplando la Nube Negra

¿Por qué a veces sentimos que el mundo es hostil? ¿Por qué a veces andamos negativos o no vemos posibilidades a futuro?

Siempre estamos en un estado anímico, el estado anímico es como el manto que tiñe el mundo de un color determinado. Por ejemplo, cuando estamos "de mala", todo parece un poco gris, no hay muchas ganas de hacer cosas, estamos más susceptibles a perder la paciencia y muchas veces no sabemos por qué, o qué es lo que nos pasa, por otro lado, cuando estamos entusiasmados, el mundo parece de colores y lleno de posibilidades, aparece la creatividad y percibimos el mundo de una forma distinta, más alegre y con una sensación de positividad diferente. A diferencia de las emociones, que vienen cuando tenemos un estímulo externo determinado, el estado anímico pareciera no estar condicionado a algo que ocurre, es más difícil ver de donde viene, lo llevamos puesto, incluso podríamos decir que "no sabemos si tenemos un estado anímico determinado o él nos tiene a nosotros" Rafael Echeverría.

Los estados de ánimo determinarán el espacio de posibilidades de acción que vemos, y de esto dependerá la capacidad de articular diferentes resultados, o dicho en otras palabras, nuestros estados anímicos, son generadores de la situación vital en la que nos encontramos ya que nos permiten enfocarnos en ciertas cosas y en otras no. El estado anímico, determina también el resultado futuro de esa persona, ya que su actuar será acorde a las posibilidades que ve desde donde está parado.

Esto mismo ocurre en los equipos en organizaciones, en donde los estados anímicos de las personas que los constituyen, resuenan con los de otros, lo cual influye en los resultados que pueda entregar el equipo. El estado anímico se podría traducir como la "moral" del mismo. Para crear valor, es necesario que los equipos estén en paz con su historia y entusiasmados por el futuro, y que entre los integrantes, puedan ser capaces de levantarse entre sí.

Los estados anímicos tienen todo que ver con la aceptación de los hechos y posibilidades. Si hay algún acontecimiento que ya ocurrió, y yo no estoy aceptando, es posible que esté reviviendo ese acontecimiento, o que aún no lo haya entendido del todo, que no lo haya sanado, entonces seguramente me encontraré en un estado anímico de resentimiento con el pasado, estaré en cierta forma herido y éste estado anímico será como una estaca que me mantiene aferrado a aquello que rechazo, mantiene vivo aquello con lo que no estoy en paz. Por ejemplo, si perdí algún empleo por algo que pueda considerar como una injusticia, es posible que ese evento comience a condicionar la manera en que veo los empleos en general, es posible que mire una industria de una manera particular, o que mi juicio sobre las jefaturas sea negativo. Puede ser que después de un tiempo, siga levantandome en las mañanas sin ganas, sintiendome mal, sin necesariamente relacionarlo con el hecho en particular. Lo cierto es que este hecho ya ocurrió y no puedo hacer nada al respecto más que aceptarlo y ver las posibilidades que desde ahí aparecen. Sólo aceptando el evento, podremos dejar el pasado atrás, nos situaremos en el presente, en un estado anímico de paz.

¿Cómo podemos salir de este estado de resentimiento? Los seres humanos creamos mundos a través del lenguaje, y el lenguaje es también la clave que puede liberarnos de estos mundos que hemos creado y que no necesariamente nos gustan. Algunas preguntas que a lo mejor podrían ayudarnos a salir de los estados de resentimiento podrían ser:

¿Cuales son las conversaciones pendientes que tengo?
¿A quién no he estado dispuesto a perdonar?
¿Tengo culpas? ¿estoy dispuesto a perdonarme por esas faltas?
¿Hay alguien a quien quiera/necesite pedir perdon?
¿Será posible reclamar a quién no ha cumplido sus promesas?
¿El reclamo será por una promesa no cumplida o será una queja porque alguien no cumple mis expecativas?
¿Qué es lo que debo soltar?

Si el resentimiento es aquello que nos pasa cuando no aceptamos los hechos del pasado, ¿qué puede pasar si rechazo el futuro?

Si miramos hacia adelante y no aceptamos que haya un futuro, o que yo pueda participar de un diseño de futuro, es posible que me encuentre en el estado anímico de la resignación, en donde el juicio o la explicación que nos damos es que no hay nada que yo pueda hacer para articular un futuro diferente. Para el caso del trabajo, lo que podríamos decirnos internamente sería algo como, "soy pésimo para la pega, no voy a poder salir nunca de esta situación" o "¿quién me va a contratar, si es lo único que se hacer?". La resignación nos lleva al papel de víctima, en donde serán lo elementos externos los que condicionen el futuro. Expresiones típicas de personas con resignación son "eso no se puede", "no va a resultar", "es muy difícil" etc. Para salir de la resignación, necesitamos ver posibilidades, asumir riesgos, sentirnos libres de poder tomar nuestras propias decisiones aunque ellas tengan un costo. También puede ayudar el adquirir competencias que nos hagan sentir más seguros. Cuando nos sentimos con recursos personales, cuando nos sentimos oferta para otros, capaces, y nos explicamos el futuro como un mundo fértil de posibilidades, nos encontraremos en el estado anímico del entusiasmo, que a mi juicio es el estado anímico que nos permite innovar, accionar y hacernos cargo de nuestro futuro.

Les comparto un esquema de los estados de ánimo básicos y cómo podemos tomar acciones que nos puedan mover de uno a otro.
-Cuadro del programa avanzado de coaching COS 2.0 "Coaching Organizacional para la Sostenibilidad"de Out of The Box dictado por Claudia Raffo y Raúl Pacheco

Hace unas semanas, Fiona Fraser y yo, tuvimos un taller con el equipo de ventas industriales de ENEX, alrededor de 50 personas que han experienciado varios eventos de diferente índole en los últimos seis meses. La empresa se ha fusionado, ha habido cambios de personas en el equipo, nuevas formas de trabajar, desafíos grandes y bastante exigencia a futuro, han sido también exitosos en sus desafíos, por lo tanto podríamos esperar que existan emocionalidades mezcladas. Todo el taller lo enfocamos sólo a esta distinción de los estados de ánimo. Primero hubo un ejercicio para fijar una secuencia de hitos comunes en el tiempo que nos pudieran dar una base de conversación, adicionalmente, indagamos en cómo se sintieron los integrantes con esos hitos a través de una curva tempo-emocional. Seguido de esto, hicimos una dinámica para entender los estados de ánimo presentes en el equipo y cómo estos afectaban a los diferentes integrantes. Fue muy revelador ver cómo el equipo se hizo consciente de las diferentes formas de mirar lo que ha pasado en el año y las posibilidades futuras, cómo algunos viven en la aceptación y otros no, cuál es la visión de futuro del equipo y cómo se lo están viviendo. Finalmente hicimos ejercicios de creatividad y de invitación a estados anímicos como la paz y el entusiasmo.
Creo importantísimo que los equipos sean capaces de tener estas distinciones, ya que les permite tener una empatía diferente y cuidarse entre los miembros, les permite también tener las conversaciones necesarias para sanar heridas, reparar daños y evitar daños futuros. Nuestra mirada de futuro conjunta, dependerá de qué tan convencidos estemos de que podemos diseñar el futuro, y que somos partícipes de él. El futuro no está escrito, lo vamos haciendo cada día.

Cuando los equipos no tienen cosas pendientes entre los integrantes, miran el pasado en paz y el futuro con entusiasmo, comienzan a pasar cosas, comienzan a conectarse entre ellos, comienzan a aparecer las personas más que los cargos, comienzan a colaborar más que a competir, ya que quieren que a sus pares les vaya bien, se sienten parte de algo más grande lo que permite una mirada sistémica. Cuando nos sentimos parte de algo importante y abogamos porque a ese sistema le vaya bien, nos comprometemos con la creación de valor, con mejorar nuestro entorno, con tener mejores relaciones y nos conectamos con un propósito común de una manera sana, que cuida lo importante, y no hay nada más importante que las personas...