miércoles, 24 de septiembre de 2014

Construyendo Juntos un Nuevo Angelmó


Angelmó es un lugar lleno de cultura, sus artesanías reflejan el oficio de la gente, se respira el cariño y el orgullo de una comunidad que ha conectado a los visitantes con la identidad de las islas, con la historia de sus artesanos y pintores, con el esfuerzo de los pescadores y el trabajo puesto en sus tejidos. Es un mercado, un lugar de buena mesa, limpio, de gente orgullosa y honrada, un ejemplo para otras zonas turísticas y parada obligada para todos quienes llegan a Puerto Montt. Angelmó es un ejemplo de comunidad, de colaboración, muestra de la idiosincrasia  de su ciudad, un ejemplo de lo posible.

Sabemos que para llegar a declarar lo anterior con sinceridad, necesitamos recorrer un largo camino. Esta es la visión que sostiene nuestro esfuerzo, el gran árbol que queremos que crezca desde la semilla que hoy estamos plantando.


El proyecto comienza con una conversación con la señora Doris Sanz, descendiente de una familia con mucha historia en la zona y propietaria de un sector de Angelmó, en el cual se hizo la intervención. Fue una primera conversación de posibilidades, de entender cuales son las inquietudes, en donde ella declara la necesidad personal de darle un nuevo aire a Angelmó, y confió en nosotros, como equipo “TheNest” para acompañarla en este desafío. Entendemos que el propósito es común y vemos un espacio compartido desde el cual aunar esfuerzos y comenzar caminando.


Un primer paso, fue de contexto, de entender cómo se organiza esta comunidad, para ello conversamos con sindicatos, visitamos locales, reunimos personas y les comentamos nuestro propósito. Muchos creían que esto era muy difícil, que la comunidad no respondería, que las divisiones eran más grandes que lo que nos une.


Luego de haber entendido algunas formas de pensar que están instaladas en la comunidad, decidimos que en una primera etapa, lo que necesitábamos hacer era cambiar la forma en que la misma comunidad se relacionaba, instalar algunos conceptos de asociatividad y generar el espacio para que ellos mismos pudieran definir cómo cuidar lo logrado.


Definimos hacer una serie de cuatros talleres, en donde utilizamos metodologías del coaching ontológico y organizacional, indagación apreciativa y café mundial entre otras.


Partimos honrando la historia, entendiendo cuáles son los símbolos y cómo ha devenido en el tiempo el lugar que cobija a esta comunidad en particular. Para ello, pedimos a la misma Señora Doris que expusiera este contexto.


La primera instancia, además de mirar la gran oportunidad que se presenta, fue de conocernos, de ver al ser humano más allá del rol que hoy en día desempeñamos. Nos contactamos, reímos y nos permitimos sentirnos vulnerables ante los demás. Miramos los estados anímicos que estaban predominando en la comunidad.


Carolina Hayal, parte del equipo TheNest, nos comenta “En un comienzo había una rigidez, una barrera que fue diluyéndose de manera tan notoria que me conmovió. Parecía que era primera vez que se miraban de verdad entre ellos, que se abrían a escuchar al ser humano que tan seguido ven, pero con quien no comparten por motivos tales como: ser un posible competidor, tener juicios en torno a esa persona, no generar expectativas, etc… motivos que les privaban de la magia que fueron descubriendo en los talleres. Al mirarse y escucharse, pude notar cómo les cambiaba la cara, brillaban diferente y lo más conmovedor es que a medida que se abrían entre ellos, surgía mayor disposición, más ganas de estar en ese proceso de descubrimiento y más energía para enfrentar su desafío en conjunto”


Para el segundo taller, llegaron incluso más personas que en el primero. Nos adentramos en temas más profundos, en nuestras divisiones, hablamos sobre aquello en lo que supuestamente no estamos de acuerdo. Más importante que lo que nos divide, es lo que nos pasa con eso, lo que genera en nosotros la división... y eso, lo vimos claramente. Fijamos en conjunto un sueño, lo que queremos que sea y lo plasmamos en maquetas. Como individuos mostraron inocencia y apertura, se fueron haciendo valientes, se vieron capaces de superarse, tanto laboralmente como en su calidad de personas, se miraron así mismos y a los demás.
En el tercer taller hablamos de colaboración, de asociatividad, de cómo hemos aprendido a competir y la forma en que esto se plasma en la convivencia. Hicimos un proceso de inteligencia colectiva, nos escuchamos todos y definimos un rumbo claro, priorizamos, ya que existen muchas necesidades, que al verlas todas juntas, abruman. Entendimos entre todos lo que somos capaces de hacer.


“Nos hicimos conscientes de aquello que nos une” comentaron, y entendieron que existe un proyecto que depende de la presencia del otro, que depende también del bienestar del otro y en ello, la competencia no ayuda…  se hicieron conscientes de que son más que su propio espacio de trabajo y que deben buscar en conjunto las maneras de avanzar en armonía, en pos de su objetivo, y que solos, cada uno de ellos por separado, no podrán hacerlo…


Finalmente, en la cuarta instancia, definimos el destino. Crearon una nueva y propia forma de convivencia, un gobierno corporativo, se hicieron guardianes de sus propias conclusiones fijando normas y consecuencias, se organizaron como comunidad para hacer que pase lo que definieron que querían que pase. Dimos entre todos un primer paso para “Construir Juntos el Angelmó que todos Queremos”


Esta es la esperanza de la cual nos hicimos cargo en esta comunidad particular de Angelmó, su desafío de ser una comunidad de verdad, organizada, empoderada y desafiante a su destino. Angelmó, para subsistir requiere que sus locatarios sean vigilantes de sus propios sueños. Los talleres sembraron esta semilla de empoderamiento, ya que fueron ellos mismos quienes descubrieron sus verdades, necesidades y objetivos, también sus actuales obstáculos y carencias. Esta semilla tan bien recibida, lleva en sí la potencia de la creación, pero también, la posibilidad de diluirse, y el resultado depende de ellos, de su constancia, de su capacidad de seguir caminando juntos. Lo que vimos, es su voluntad y el corazón que tienen puesto en ello.



Prueba de cómo la asociatividad fue creando valor, fue la coordinación para preparar la comida de los descansos, cada instancia superó a la anterior, fue más asociativa y reconocida por todos. También la forma en que se saludaban, lo que conversaban y a lo que renunciaban para lograr reglas que cuiden el bienestar conjunto.


Andrea Salinas, miembro del equipo TheNest nos da también su mirada, “Agradezco poder ser parte del comienzo de esta transformación. Nuestro rol es el dar herramientas para que esto suceda, y siento que nuestro principal rol ha sido el de ser espejo de ellos, el poder reflejarles cómo se ven a través de nuestros ojos y las posibilidades que vemos en lo que ellos hacen. A veces es necesario salirse del bosque para poder mirar bien los árboles y creo que ellos fueron capaces de mirarse, reconocerse y desde ahí, con mayor conciencia, definir el rumbo de lo que quieren construir en conjunto para su futuro, el futuro de Angelmó. Ya hemos visto de lo que son capaces cuando se unen y cuando trabajan de manera colectiva para objetivos comunes. Ya hemos visto como les cambia la voz cuando se llenan de entusiasmo y las oportunidades se acercan cada vez más. Ya hemos visto el poder de las buenas conversaciones, honestas y desde el corazón. Y esto es solo la primera etapa. El poder seguir acompañándolos en este camino sería para mí un enorme regalo. Cada vez que ellos crecen, yo siento que crezco con ellos.”



Como legado, hicimos la entrega de diplomas y un informe escrito en donde se plasma todo lo vivido, las conclusiones a las cuales llegaron y cómo sostener esto en el tiempo. Nosotros como equipo de la consultora “TheNest”, sólo facilitamos que apareciera lo que la comunidad definió. Agradecemos especialmente a los participantes, a quienes facilitaron instalaciones y a quienes hicieron posible y confiaron en nosotros para llevar a cabo esta serie de talleres.


Sabemos que es sólo un comienzo y que existen otras comunidades dentro de Angelmó cuyos desafíos no son menores. Queda mucho trabajo por hacer para cumplir con el sueño que nos convoca.



Continuará…

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Colaboración


(Escrito para una revista de la zona en el contexto de la industria lechera)

La colaboración según la definición de la RAE, es “trabajar con otra u otras personas en la realización de una obra”. No hay manera de que hayamos logrado lo que hemos logrado como especie sin colaboración. El hecho de que exista un lenguaje en el cual vivimos es evidencia de esto, ya que el lenguaje es producto de que durante nuestra evolución hemos necesitado coordinar acciones, hemos necesitado colaborar.


Pensemos en cualquier producto que utilizamos normalmente, por ejemplo, un lápiz grafito. Para que podamos escribir con un lápiz, ha sido necesario que el grafito haya sido extraído de una mina, para ello ha sido necesaria una danza colaborativa de personas y maquinarias que permiten que podamos extraer el material. Lo mismo con la madera de la cual está hecho un lápiz, el metal, la goma, los acabados, el transporte, todo ha sido producto de la colaboración de muchas personas organizadas para que podamos escribir o dibujar con un lápiz. Nadie en el mundo es capaz de hacer un lápiz sólo. La colaboración es necesaria para cada producto o servicio que recibimos.

Si queremos generar cambios y obras que estén al servicio de las personas, necesitaremos colaborar con otros. El desafío que presenta el consorcio lechero de duplicar la producción para el 2020, no es menor, es una obra que debe ser abordada desde la colaboración, desde la asociatividad, de manera que en la industria puedan compartirse buenas prácticas y podamos aprender unos de otros.

Sin embargo, desde niños, hemos aprendido a competir. Nos evaluaron con notas para determinar quienes eran buenos y quienes no. Esta lucha, entre ganadores y perdedores, hace que nos separemos unos de otros, que nos vayamos sintiendo solos en el camino, que cambiemos el propósito trascendente con foco en la obra, por el propósito de ganarle al otro, con el consecuente miedo de ser menos.

Para hacer el cambio de mirada desde la competencia a la colaboración debemos aprender nuevas formas, nuevas competencias que nos permitan liderar personas en forma colaborativa. Ya no se trata de poner el foco sólo en el trabajo individual, también necesitamos poner foco en la forma en la cual nos relacionamos. Distinguir estas “habilidades blandas” y capacitarnos en ellas, es posible y necesario para la sostenibilidad de la industria.

Para lograr hacernos cargo de estos desafíos, necesitamos reaprender a colaborar y ver al otro como legítimo. Necesitamos potenciar valores como la confianza, el respeto y la responsabilidad en las organizaciones. La buena noticia es que nunca es tarde, y el darnos cuenta es el punto de partida, tal como decía hace miles de años el sabio chino Lao Tze, “Todo viaje de mil leguas parte con un pie fuera del umbral”. Hay muchos que han elegido este camino y son varios los que se suman día a día.