Hoy en día, en la cultura
en que vivimos, las emociones han sido consideradas muchas veces como un
obstáculo en las organizaciones. Frases como “no tomes decisiones
emocionalmente” se han instalado como paradigmas válidos en las organizaciones.
Esta mirada es muy probable que esté atentando contra la innovación en las
empresas. No importa lo que hagamos, siempre estaremos en una emoción y siempre
hará la diferencia en las decisiones que tomemos. No podemos tomar decisiones
si no emocionamos, y las diferentes emociones, nos predispondrán a diferentes
acciones y decisiones, las emociones nos permiten tener una escala de valores
entre las diferentes opciones, por lo tanto, nos permiten priorizar.
Si queremos innovar, necesitamos saber que podemos equivocarnos,
necesitamos legitimar el error. ¿Cómo puede ser esto posible si desde niños nos
han entrenado para no cometer errores? El error y la equivocación no se
constituyen en el hacer, el error se constituye después del hacer, cuando
hacemos consciente que lo que hicimos no nos llevó al resultado que queríamos,
pero en el hacer, creíamos que estábamos bien, sino no hubiésemos hecho lo que
hicimos. Cuando el error es castigado, la emoción con la cual miraré mi hacer,
es el miedo a equivocarme. El miedo nos paraliza, nos pone a la defensiva, nos
aleja del estímulo y nos hacer volver a lo conocido, vale decir, no innovamos,
sino que nos refugiamos en lo que sabemos hacer bien. Es posible que aquellos jefes que mantienen relaciones de obediencia con sus colaboradores estén detonando esta emoción en los equipos de trabajo, la cual no promueve la creación de nuevos horizontes.
En una cultura de innovación, todas las personas deben
identificarse con la posibilidad de hacer un futuro diferente, y esto no se
logra solamente con tecnología o discursos motivadores, esto se logra
trabajando en la identidad, habitando emociones que nos permitan ver
posibilidades y aumentando el nivel de consciencia de nosotros mismos para
lograr ver las necesidades de otros. Para innovar, es imprescindible cambiar los
paradigmas acerca del error y alinear el sentido de contribución de las
personas con el propósito de la organización.
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