viernes, 7 de noviembre de 2014

Golpe de Timón




Tuve la gratificante experiencia de hacer una charla sobre liderazgo para alrededor de 200 personas en Concepción, quienes son líderes chilenos y extranjeros de la industria de la porcicultura. La invitación me fue extendida por Lesaffre a través de mi amigo Cristián Meza.

Más que una charla, fue una interacción con los participantes. Nos paramos, nos movimos, interactuamos con personas que no se conocían y logramos vernos liderando desde donde comunmente lo hacemos y vimos nuevas posibilidades para lograr los resultados que buscamos, promoviendo habilidades como la indagación, la escucha, la valoración de las personas, el servicio, etc.

Más allá de los temas que fueron tocados, que me parecen de mucha relevancia para el bienestar de las personas, la sostenibilidad de la industria y el sentido de las organizaciones, me quedo con el comentario de una persona que me conversó cuando salí de la sala.

Me dijo... "me mataste!!"... ¿cómo? le pregunté yo... "eso", me dijo, "me mataste, hiciste una pregunta de la cual ahora no puedo salir". ¿Cuál fue?, ya que normalmente en las charlas dejo muchas preguntas para que las personas asistentes puedan reflexionar sobre su propia manera de hacer las cosas. Me dijo... "preguntaste que si no hacemos nada, si no cambiamos nuestra forma de pensar y de hacer lo que hacemos, ¿donde nos está llevando la forma que tenemos de hacer las cosas? ¿cuál es el resultado que se viene si no hacemos cambios? ¿nos estamos convirtiendo en la persona que queremos ser?

Ella me dijo que la forma que ella tenía de mirar el liderazgo y el liderazgo personal, la estaba llevando a un punto que en el fondo no le hacía sentido, y que no estaba haciendo nada para cambiarlo, no lo había visto, y ahora ve. Tuvimos una conversa limpia, expuesta, en donde vimos la necesidad de hacernos responsables por nuestro destino, quedando instalada otra pregunta relevante, ¿cómo me hago cargo de lo que ahora estoy viendo que antes no veía? ¿qué es lo que necesito aprender para cambiar el rumbo?

Esa interacción con esta persona, me hace valorar y agradecer el lugar que me toca ocupar, generando en mi persona una infinita gratitud por ser instrumento para servir a otros. Cada vez que interactuamos con otras personas, (y acá estoy hablando de todos nosotros) tocamos almas y cambiamos mundos. No hay forma de que lo que digamos o hagamos no tenga un impacto en nuestro entorno por mínimo que sea. Ojalá esas interacciones estén al servicio de otros, de la colaboración para el bienestar común.
Cada vez que amanece, es una nueva posibilidad para tomar desiciones, siempre podemos dar un vuelco a la situción vital, de cambiar, de ser valientes, de reconocer nuestros sueños y dar un primer paso de libertad.


Tal como dijo Nelson Mandela en su discurso inaugural citando a Marianne Williamson:

“Nuestro más profundo temor no es el de ser inadecuados.
Nuestro más profundo temor es el de ser poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que más nos asusta.
Nos preguntamos a nosotros mismos:
¿Quién soy yo para ser brillante,
extraordinariamente talentoso, magnífico?
En realidad ¿quién eres tú para no serlo?”.


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