martes, 5 de mayo de 2015

Una Mirada Sobre la Contingencia


El filósofo Norteamericano Ken Wilber, en su libro “Breve Historia de Todas las Cosas”, postula que todo en el universo es y está compuesto por holones. Un holon es a la vez un todo y parte de algo. Por ejemplo, las letras componen palabras, las palabras componen frases y éstas párrafos que componen libros, etc. Si lo miramos en la biología, tenemos átomos que componen moléculas que componen células que componen órganos que componen seres humanos.  Con esto se va formando una jerarquía de sistemas que permite que exista la sinergia.

¿Qué pasa si tomamos como base al ser humano? El ser humano también es parte de algo, una jerarquía mayor al ser individual. Por ejemplo, una jerarquía superior que el individuo es la familia. A su vez, la familia está inmersa en una determinada sociedad o cultura, podríamos decir que pertenece a un país o a una tribu (un conjunto de familias).  Claro que hay otras formas u holones para organizarse, pero tomemos esta forma como base.

Si nos entendemos como parte de una sociedad, que es una jerarquía de organización mayor, necesitamos ciertas cosas para que esto funcione. Por ejemplo, la información debe fluir bidireccionalmente entre sistemas menores y mayores. Debo estar informado de para donde va la sociedad y la sociedad debe estar en conocimiento de lo que las partes necesitan y de sus propósitos, de forma de que el todo sirva a las partes y las partes al todo. Cuando esta bidireccionalidad del flujo de información se pone en peligro por algún motivo, el sistema empieza a desmoronarse: “los todos” no reconocen depender de sus partes subsidiarias y las partes no reconocen más la autoridad organizativa de “los todos”. Un resultado de este tipo de corte de flujo, es el cáncer en donde las partes individuales no aportan al propósito del sistema que las contiene.

En una crisis de confianza como la que estamos viviendo en Chile en este momento, creo que esto es lo que está en riesgo. Nosotros, los individuos, ponemos en duda la autoridad organizativa de aquellos que están liderando la sociedad, ya que existe la legítima duda, de que estos individuos no están sirviendo al todo, sino a sus partes individuales. 

¿Qué ha pasado históricamente cuando “el todo” no se hace cargo de las partes? Cuando una forma de hacer sociedad ya no se puede hacer cargo de los desafíos que presentan los individuos, inevitablemente, emerge una nueva forma de orden y de ver el mundo. ¿Estaremos ante un punto de inflexión en nuestra forma de ver el mundo?

Los paradigmas actuales como la creencia de que podemos explicar el comportamiento de un sistema descomponiendo las partes, o que el mercado es el regulador de los comportamientos individuales, o como decía Adam Smith, que la búsqueda de riqueza individual beneficia a la sociedad como un todo, ya están en retirada.

¿Cuál será el nuevo orden? Creo que hoy no existe esa respuesta, porque creo que la pregunta no está bien formulada. Cómo sería preguntarnos ¿Cuál es la vida que vale la pena vivir? O ¿De qué tipo de sociedad me gustaría ser parte? O ¿Cuál es mi rol como individuo para comenzar a contribuir a esta sociedad?

Una antigua leyenda Cherokee cuenta que un abuelo le decía a su nieto que dentro nuestro viven y luchan dos lobos, uno es desconfiado, egoísta, tiene miedo y abusa de otros. El otro vive en la confianza, en el amor, en la generosidad y el cuidado. El nieto le pregunta al abuelo: “¿Si tenemos a los dos, entonces cuál gana?” El abuelo le contesta: “al que alimentas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario