domingo, 22 de diciembre de 2013

De Aprendices y Sabelotodo

Me gusta mucho una frase de Eric Hoffer, que dice: "En tiempos de cambio, los aprendices heredarán la tierra, mientras que los sabelotodo estarán perfectamente equipados para un mundo que ya no existe".

¿Quién sería este aprendiz? Creo que aprendices somos todos aquellos que sabemos que no sabemos, tal como decía Socrates en su célebre frase, "sólo se que nada sé". En esta frase, Sócrates, que era el más grande pensador de su época, hace una declaración de ignorancia, se declara aprendiz y con ello, se abre a la posibilidad de cambio.

¿Cuantas cosas habrá para saber en el mundo que nos rodea? ¿cuantas podemos retener? ¿Cuántas nos quedarán por aprender? ¿qué costos puede tener el creer que sabemos? ¿Cuánto más se podrá vertir en un recipiente que está lleno?

Estamos en una sociedad que valora más las respuestas que las preguntas, a los niños en el colegio se les exige que sepan responder a lo que el profesor les pregunta, se les exige conocimiento de las materias que les fueron enseñadas, las que supuestamente describen el mundo. Les exigimos a los alumnos a tener "la" respuesta correcta, que es enseñada como "la verdad", ponemos notas y etiquetamos la capacidad de respuesta separando aquellos que saben de los que no. ¿Qué espacio de creación deja esto? ¿cuál es el espacio de aplicación de lo aprendido?. Si no tenemos donde aplicar los aprendizajes, se transforman en temas teóricos, separamos el saber de la aplicación, desvinculamos la pregunta de la respuesta ya que al no haber una verdadera necesidad que satisfacer, el conocimiento se transforma en algo muerto, en un camino sin salida, en un fin en sí mismo. Esto lo podemos ver con la infinidad de conocimiento innecesario que tenemos en nuestras memorias, conocimientos que no nos mejoran la vida necesariamente, sino, simplemente nos sirven para dar explicaciones de cosas que a veces ni siquiera nos afectan.

Yo me pregunto, ¿Qué pasaría si nos enseñaran a cuestionar más que a aceptar las verdades externas? ¿Qué pasaría si a los alumnos los evaluaran por hacerse preguntas potentes, preguntas que les abran posibilidades de crear mundos nuevos? Necesitamos diseñar un mañana diferente al que vivimos hoy en día, dando sentido a nuestras acciones, siendo sostenibles a través de nuestras interpretaciones, necesitamos parar un poco la vorágine de respuestas en que vivimos para poder entender cuáles son las preguntas que están respondiendo. Como decía Mafalda, "paren el mundo que me quiero bajar!"

Einstein definía la locura como la repetición de las mismas acciones esperando un resultado diferente, creo que hoy en día estamos viviendo una época bastante loca, especialmente en las organizaciones, en donde no nos hacemos nuevas preguntas, sino que queremos que las respuestas que ya conocemos se hagan cargo de un futuro diferente. Muchos esperan que venga una nueva tecnología a salvarnos de nuestra propia autodestrucción, la cual ha devenido de esta misma forma de ver el mundo. Nuestras interpretaciones, siempre provienen de algo conocido, de lo que hemos aprendido en nuestra historia, en cambio, nuestros cuestionamientos, provienen de lo que hay por conocer, de lo que no sabemos, de nuestras inquietudes.

Vivimos en una época de miedo a perder lo que creemos tener por seguro, miedo a que nuestras respuestas ya no sirvan, predomina el estado anímico de la resignación, en donde nos decimos que ésta, es la única forma de vivir que hay, y donde nuestra acción no tiene influencia en el entorno. Miramos el conocimiento como algo objetivo, algo inmutable, creemos que las respuestas que nos hemos dado hasta ahora describen el mundo y la naturaleza humana.  Estas respuestas debieran hacerse cargo de nuestras necesidades, pero ¿cuáles son estas necesidades? si cerramos los ojos y nos hacemos la pregunta ¿Qué es lo que realmente necesito ahora? seguramente no aparecerán los autos de lujo ni una televisión más grande, a lo mejor aparecen cosas como la tranquilidad, amor, felicidad, compañía, etc. Necesidades que curiosamente no se satisfacen con la manera de vivir que hoy en día la sociedad considera exitosa, con las respuestas del mercado.

La nueva sociedad, la tenemos que construír entre todos, necesitamos aprender una nueva forma de mirar el mundo, inclusiva, compasiva, generosa y agradecida. Pienso que necesitamos aprender a aprender nuevamente, enamorarnos de las preguntas y no de las respuestas para tener relaciones más ricas, sociedades más justas, empresas que generen más valor, personas más felices, una espiritualidad más plena y una forma de vivir más colaborativa. Hay ejemplos que dan testimonio de este cambio, ejemplos de paises como Uruguay, Butan y otros que están dando pasos para una sociedad diferente. Muchas empresas también se están haciendo cargo del desafío y se dejan acompañar para poder ofrecer sentido a sus empleados y reconectarse con la necesidad para la cual fueron concebidas.

Al otro lado están los sabelotodo, aquellos que viven en sus respuestas, aterrados de no saber, de perder su seguridad, de mostrar el alma desnuda. El sabelotodo, se resiste a modificar su forma de ver el mundo, pretende entender  y controlar la forma como funciona el exterior y las circunstancias que lo rodean para predecir y justificar los resultados que obtiene, sin mirarse en el proceso, y ridiculiza nuevos saberes con tal de proteger sus propias interpretaciones. El aprendiz en cambio, reflexiona sobre sus posibilidades de transformación personal y de influir en su entorno, valora otras miradas y las legitima, se hace responsable de sus acciones y se reconoce protagonista de su propia vida.

El sabelotodo, cree que se moja porque dadas las condiciones climáticas imperantes, llueve. Su conclusión será no salir cuando hay probabilidad de lluvia y protegerá su situación actual. El aprendiz en cambio, reflexiona, entiende que hay algo que no sabe, busca en su interior aquello que lo mueve, reconoce que no lleva paraguas y aprende a no mojarse, sin dejar de satisfacer su necesidad de libertad.

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