jueves, 21 de noviembre de 2013

La Fiesta del Jardín

Esta semana tuve la fortuna de participar de la fiesta de fin de año del jardín infantil Marco Polo en donde asiste mi hija Helena. Era la segunda vez que ella se lanza al estrellato, la primera fue este invierno, cuando le tocó bailar Rapa Nui, que no salió del todo bien, ese día estaba lloviendo y tuvieron que hacerlo en una sala muy pequeñita, con muchos padres tipo paparazzi en un lugar muy estrecho, lo cual, creó un ambiente de nerviosismo que me parace que afectó el desempeño de los niños, ya que casi ningún niño bailó...


Bueno, esta vez fue diferente, ya que la fiesta fue en otro espacio, un lugar muy amplio en donde había tarimas y asientos para los padres y un escenario con muchos globos, colores y las mascotas de los mundiales de futbol hechas de cartón. Entregaron algunos premios a los padres, a la mamá más guapa, al papá más guapetón (jeje), al más atrasado, a la familia más comprometida, etc.

Las tías hacían de comentaristas de futbol, los niños representaban a los países cede y todo fue mágico, los niños bailaron muy animadamente, había varios con pánico escénico, pero en general, se notó mucha preparación.

Me impresiona la labor de las tías, la dedicación, el cariño, la originalidad y el amor por lo que hacen. Me parece muy importante su oficio, ya que están facilitando el aprendizaje de los adultos del futuro, pero no de cualquier manera, sino de una forma matristica, desde la emoción de la ternura, la alegría y la compasión, emociones que a veces en el colegio se pierden, quizas, para preparar a los alumnos a entrar en la dinámica de la competencia, que es lo que lamentablemente rige muchas de las formas en las cuales nos relacionamos hoy en día.

Creo que el jardín es una etapa preciosa, y es donde encuentras tus primeros amigos, las primeras aperturas al arte, la música y el baile y los niños aprenden de si mismos junto a otros en el juego.


Helena bailó precioso, con su disfráz de Raffaella Carrà, representó a Italia y su mundial del 90. Lo que más destaco, es que ella quedo feliz, la fueron a ver sus abuelos de ambos lados, sus tíos y primos, y para nosotros, fue el alma de la fiesta, reconocida y querida, se permitió aparecer, ser felicitada, posar para las fotos, todas actitudes que muchas otras veces ha reuído.

Quedo muy agradecido del jardín Marco Polo, de sus colaboradoras, de su directora y de la dueña, que estaba participando actívamente de todos los detalles. Cuando las cosas se hacen con dedicación, amor y oficio, se nota, resulta y se agradece...

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